Intuicion femenina
 

Es una brújula interna, un “latido” que nos indica si seguir o detenernos. A veces perdemos la señal… o la desconocemos.

 

Hagamos unos segundos de silencio, que los sonidos y los movimientos de alrededor se detengan para nosotras, que lo externo desaparezca un instante, porque necesitamos concentrarnos ¿dónde está?, ¿cuándo fue la última vez que la escuchamos?, ¿le hicimos caso entonces?

Seguro paso mucho tiempo, tal vez no la recordemos, o no la conocimos. Pero con este silencio, si miramos hacia adentro con atención, nos vamos a dar cuenta de que sí, ahí está. Una especie de sabiduría innata que si queremos podemos tratar como “magia”, pero también podemos buscar su “base científica”.

Estamos hablando de la intuición. ¿Te ha pasado que “algo”te decía que no hicieras una cosa y tiempo después te diste cuente que ese “algo” tenía razón? Cuántas veces has dicho: “debería haber confiado en mi instinto” o “yo sabía que debía haber hecho tal cosa o otra” o “tenía la impresión de que iba a ocurrir esto”. Es eso, es ella.

¿Qué pasaría si la consideráramos más, si sumáramos ese conocimiento a nuestra vida? Dicen las estudiosas de la intuición, y otros que han documentado sus experiencias al respecto, que nos puede servir mucho para tomar decisiones de acuerdo con nuestros deseos profundos, para estar en nuestro eje, para ser más sabias, más sinceras con lo que queremos de verdad, para alejarnos de lo que nos hace mal.

La palabra “intuición” viene del latín intuiri, que significa “mirar hacia adentro”. La intuición es algo que vemos, oímos y sentimos, un lenguaje interno que facilita la percepción y la comprensión.

Si alguna vez has visto imágenes del cerebro, sabrás que éste tiene una forma parecida a una nuez: dos mitades separadas unidas por una pequeña porción central. Cada mitad o hemisferio”razona”de modo diferente. El izquierdo lo hace de modo lógico, lineal, deductivo; el derecho en cambio, opera con analogías, imágenes, impresiones, capta las totalidades y no llega a las conclusiones paso a paso sino de golpe, con una “sensación”cuya lógica, por lo general, no puede ser rastreada. Las mujeres favorecemos el segundo tipo de pensamiento y tenemos más “conexiones” entre ambos hemisferios.

Usar la intuición significa aprovechar más la inteligencia de la que estamos acostumbradas. No importa si las llamamos corazonadas, sensaciones viscerales o impresiones, la intuición es la percepción directa de la verdad o realidad, independiente de cualquier proceso de razonamiento.

Dado que nuestra cultura glorifica cualquier forma de pensar lógica y racional, se nos enseña a descartar otras formas de conocimiento por considerarlas primitivas o ignorantes. No obstante, es una “destreza” que se puede reaprender en cualquier momento. A menudo la intuición es rechazada como confusa porque se niega a adecuarse a las reglas, pero ahí está.

Hay que poner atención a nuestras claves no racionales. ¿Cuáles son? Las sensaciones físicas de inquietud, incomodidad, tensión, expansión, agrado o desagrado, las imágenes e ideas que surgen en los sueños, en forma espontánea durante el día, durante nuestras actividades normales o cuando ensoñamos. La intuición es todo ese mundo “irracional” que nos pasa desapercibido, por ejemplo, esos “descontrolados momentos femeninos” que nos sucede cada mes.

 
   
 
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